

Desde hace un año, recorremos el supermercado con la cesta de la compra en una mano y el móvil en la otra convertido en un scanner de productos. Aplicaciones como Yuka, El CoCo o MyRealFood permiten chequear códigos de barras de alimentos y bebidas para comprobar lo saludables que son según una serie de criterios predeterminados. Muchos consumidores decidimos qué comprar en función de la información extraída de esa fuente, del mismo modo que lo hacemos de la publicidad, el branding y, en menor medida, la conciencia social de las empresas que están detrás de la producción. Es hora de que este último criterio obtenga más relevancia y los consumidores nos convirtamos en una parte activa del proceso.
Hablamos de conciencia, no de responsabilidad. Y nos referimos a las empresas, no a las marcas. Por eso, igual que recorremos el lineal mientras miramos una app de nutrición, podemos hacerlo con un gestor de noticias lo más plural posible. Como es lógico, la actual crisis sanitaria y económica ha monopolizado la información de actualidad. Eso está revelando la identidad de las empresas. No la que ponen en los manifiestos, filosofía o misión de sus páginas web; no el cómo queremos que nos vean; sino la verdadera esencia que las define.
Ayer fue día de compra. Paseando nuestro outfit plastificado por el pasillo de los dulces, nos detuvimos frente al chocolate, evidente primera necesidad. Ahí nos topamos con la marca Valor. Hasta hace unos años, nunca le habíamos asociado instintivamente ningún valor –valga la redundancia- más allá de tradición, pureza y familiaridad. Nuestra percepción se expandió cuando en 2013 adquirieron Huesitos y Tokke a una multinacional. Si no lo hubieran hecho, la fábrica de Ateca (Zaragoza) se hubiera trasladado a Polonia y decenas de trabajadores habrían perdido su empleo. Está claro que fue una decisión estratégica, pero profundizando en la empresa familiar alicantina, es fácil darse cuenta de que no primó únicamente el interés económico.
Siete años después, todos somos golpeados por el tsunami del coronavirus. Durante el mes de marzo, los consejos de administración de todo el país se reúnen para tomar decisiones, la mayoría de ellas difíciles, con el fin de salir lo mejor parados posibles de esta debacle. Muchos empresarios, anticipándose a todo lo que estaba por venir, deciden despedir o no renovar contratos a algunos de sus trabajadores. Otros, se acogen a un ERTE semanas después, sumando ya cuatro millones de trabajadores en esta situación, o comunican en circulares internas reducciones de salario durante el tiempo que dure la pandemia. Multitud de medidas en infinidad de circunstancias dentro de un contexto adverso. La mayoría de sectores se están viendo damnificados y solo unos pocos están saliendo bien parados económicamente. Lo único que comparten todos ellos es la incertidumbre.
Nos preguntamos entonces qué está haciendo la chocolatería de Villajoyosa en estos momentos. Miramos en Google Noticias y descubrimos que es una de esas empresas solidarias que se ha sumado a la lucha contra el maldito Covid-19 a través de la donación de 300.000 euros para financiar la investigación y adquirir material sanitario. También vemos que ha subido un 20% el sueldo de la plantilla de sus dos fábricas durante el estado de alarma. Según dicen, es una forma de agradecer el esfuerzo que están haciendo sus trabajadores en estos duros momentos.
Pues bien, leemos eso y el contenido calórico, el precio de la tableta o su última campaña en televisión, pasan a un segundo plano. Hay algo que repentinamente resulta más apreciable. Sin ni siquiera pararnos a pensar mucho en ello, hacemos un espontáneo ejercicio de empatía con el operario que está moliendo el cacao a cuatrocientos kilómetros del supermercado. Nos alegramos por él. No le conocemos, pero sabemos que merece ese reconocimiento. Nosotros también nos merecemos empresas que, en lugar de buscar esquilmar a la sociedad, quieran fortalecerla. Por eso, de pronto, Valor no es una marca de chocolate. Es el nombre que queremos ver impreso en la tableta que hay junto a la novela que estamos leyendo.
Últimamente todos los anuncios parecen decirnos sobre un fondo de piano que estamos más unidos que nunca y saldremos de esta. Puede que tengan razón, pero no nos van a convencer con palabras bonitas. Van a hacerlo con hechos, porque eso es lo que necesitamos en estos momentos. Valor no ha dicho que lo más preciado que tiene es el equipo que lo compone, lo ha demostrado. En su publicidad nos dicen ‘Valora lo importante’ y ya no parece simplemente la ocurrencia de un copy. También parece el consejo sincero de alguien que tiene la certeza de que eso es con lo que nos tenemos que quedar. Y lo importante son los hechos, pero especialmente lo somos todos nosotros.