YA HAY VACUNAS, PERO NO UN REGRESO A LA “VIEJA NORMALIDAD”
Gran parte del mundo creía que las vacunas iban a acabar con la ruleta rusa de la COVID-19, como en el guion de una película de Hollywood, vivíamos con la ilusión de que los científicos y laboratorios iban a “salvar a la humanidad” y que en 2021 íbamos a encontrarnos con una enfermedad vencida y una sociedad victoriosa que dejaba atrás las pérdidas personales y económicas para retomar su vida en donde la dejaron en marzo de 2020. Los meses de investigación se retransmitieron vía streaming, conocíamos los nombres y las características de las vacunas como si fueran estrellas de una alineación de fútbol o celebridades, la gran mayoría de las personas empezó a hacer sus apuestas sobre cuál iba a ser la mejor vacuna… ¿Quién iba a ser el gran héroe que nos salvara? Y los meses han ido pasando y, afortunadamente, las cifras han mejorado y hay que reconocer un gran avance fruto de un importante sacrificio de muchos profesionales y personas, pero ese ansiado regreso a la vida anterior no se da, seguimos con las mascarillas puestas, las manos embadurnadas de gel, escaneando códigos QR y atentos a los semáforos epidemiológicos, haciendo malabares para tratar de salir adelante, en lo económico, mental, social, familiar, personal… Con resignación, comenzamos a asumir que esa vida ya no volverá, pero no únicamente por la COVID-19, principalmente no regresaremos porque ni el planeta, ni la sociedad, ni nosotros somos los mismos.
En esta ecuación, además de los factores asociados a la salud, hay que sumar los retos tecnológicos y medioambientales, fruto de la Revolución Industrial y el auge del capitalismo vividos en el SXX. Desde principios del SXXI estamos viviendo una revolución digital que ya estaba cambiando por completo nuestra visión y modelo de vida y sociedad, en una evolución acelerada por este nuevo contexto de pandemia. Ya lo decía Darwin, los más ágiles y flexibles, los que mejor se sepan adaptar al cambio, son los que sobreviven y tienen éxito en este nuevo contexto líquido.
En este tren de alta velocidad hacia una nueva realidad estamos encontrando también muchos errores y aciertos, amenazas y oportunidades que aparecen en cualquier cambio de era, que se ajustarán con el paso del tiempo, que siempre es el juez inexorable. Mucho se está debatiendo sobre los beneficios y las desventajas de la revolución digital en plena pandemia, que tiene muchos argumentos de ambos lados, pero creo que es una discusión estéril, la realidad es que el viaje ha comenzado y no hay opción de bajarse del tren, donde sí podemos influir es en el destino hacia el que vamos. Históricamente, el negacionismo ha surgido como barrera o freno para los avances y es una respuesta reactiva ante la incertidumbre de lo desconocido. Galileo fue condenado por la Santa Inquisición, en 1633, a vivir bajo arresto domiciliario hasta su muerte por afirmar que la Tierra y los planetas giraban alrededor del Sol y en pleno SXXI todavía hay millones de personas que creen que el Sol gira en torno a la Tierra.
La desinformación sembrada por las granjas de bots, las fake news y las deep fakes; la amenaza a la privacidad de las personas; la ciberseguridad; el rol de la inteligencia artificial; las criptomonedas y el blockchain; el incremento en el consumo energético, el impacto en el medio ambiente de una sociedad aséptica, son problemas reales a resolver en un contexto de incertidumbre donde vivimos una gran crisis de confianza y valores.
Además, existe otro factor demográfico. Nuestro planeta nunca había sido hogar de tantas personas, con una esperanza de vida tan larga, lo que impacta también directamente en el medio ambiente y nos lleva de lleno a la era de la diversidad, nunca antes habían convivido tantas generaciones de culturas tan diferentes en un mismo momento, con visiones tan diversas del concepto de individuo, familia, nación y cuidado de la naturaleza. Un crecimiento demográfico que parece que seguirá en los próximos años y, según señalan los expertos, se traducirá en nuevas demandas y tensiones sociales según las diferentes regiones del mundo. Ser diverso a día de hoy no es únicamente enarbolar la bandera arco iris, del empoderamiento femenino o la lucha contra el racismo, además, es hacer un ejercicio de reflexión sobre las nuevas necesidades de las personas: ciudadanos, clientes, empleados, gobernantes, inversionistas, activistas. “La mente es como un paracaídas que solo funciona si se abre”, decía Albert Einstein en una frase que hoy toma más relevancia que nunca.
Desde el punto de vista económico, de acuerdo con la primera lista de la revista Fortune publicada en 1955, 429 de las 500 compañías más importantes del mundo ya no existen y se dice que tres cuartas partes de las empresas del S&P 500 serán reemplazadas para 2027 al ritmo actual. En nuestra capacidad de adaptación en este complejo panorama está nuestra supervivencia, para lo que necesitamos contemplar y entender emociones y datos que nos ayuden a transformarnos, porque el mes de marzo de 2020 ya quedó en el pasado. Es tiempo de analizar nuestro modelo de vida, de negocio, de gobernanza, poniendo a personas y planeta en el centro de la toma de decisiones. Según el Barómetro de Confianza de Edelman 2021, los niveles de confianza de la ciudadanía han caído en picado, los líderes de gobierno, los CEO, los periodistas y los líderes religiosos están en mínimos; solo las empresas se vislumbran capaces de liderar este cambio hacia lo positivo. Se percibe una sociedad desencantada, sin esperanza. Además, las preocupaciones ciudadanas han dado un vuelco en un año: salud, pobreza, distribución de la riqueza, educación, cambio climático, fake news, libertades individuales, discriminación y racismo son las principales problemáticas a abordar por una sociedad cada vez más activa políticamente y que busca respuestas a las necesidades de su familia y su círculo más cercano, ahora mismo las grandes prioridades.
Estoy seguro, amigo lector, de que se pueden sumar muchos factores más, matizarás o incluso cuestionarás, es el objetivo de este texto, abrir un espacio de reflexión conjunto, porque en el contexto de incertidumbre en el que vivimos creo que hay que huir de gurús que dicen ser guías de todo y para todos. Hoy más que nunca se necesita mucha visión crítica, respeto y prudencia, una virtud muy olvidada y necesaria. Antiguamente, los egipcios solían representar a la prudencia como una serpiente con tres cabezas, de león, de lobo y de perro; se decía que una persona era prudente cuando tenía la astucia de las serpientes, el vigor y la fuerza de los leones, la agilidad y la rapidez de los lobos y la paciencia propia de los perros, cualidades fundamentales a día de hoy para gestionar una organización, del ámbito que sea. Es tiempo de repensar quiénes somos, por qué hacemos lo que hacemos y definir a dónde queremos llegar, lo que nos ayudará a no ser víctimas del cambio, sino líderes de esta transformación. Decía Platón, tras la muerte de su maestro Sócrates, condenado a muerte por animar a los jóvenes a crear su propia escala de valores, que: “La virtud no viene de las riquezas, sino por el contrario, las riquezas vienen de la virtud, y es de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulares”.
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Ricardo Ortiz
Posted at 17:33h, 18 AugustSerá interesante ver si emerge una nueva forma de informarse y de informar. Algo que no polarice y que provea información fidedigna. Una fuente de verdad sin filtros.